Trump vuelve a lo grande a la Casa Blanca tras una arrolladora victoria sobre Kamala Harris
El republicano gana con un mensaje centrado en crear empleo, luchar contra la inflación y defender el 'fracking'
Regreso triunfal de Donald Trump a la Casa Blanca. El candidato republicano se impone a la vicepresidenta Kamala Harris. El ex presidente arrasa en las elecciones presidenciales, celebradas este martes 5 de noviembre. El republicano ha convencido con un mensaje centrado en la economía para recuperar el sueño americano. Trump ha taladrado el Muro Azul demócrata (Blue Wall) al vencer en tres bastiones demócratas: Míchigan, Wisconsin y Pensilvania, este último estado clave de los swing states. Los estadounidenses han votado con el bolsillo y han dado portazo a las políticas izquierdistas y woke de los demócratas de la administración Biden-Harris. Trump ha conseguido 277 votos electorales, según las proyecciones de Fox News. Se necesitan 270 votos electorales. El republicano ha ganado también en Georgia y Carolina del Norte. Ohio y Florida, tradicionalmente estados indecisos en el pasado, se han afianzado como republicanos.
Trump ha convencido a los votantes con la promesa de devolverles el sueño americano, que en la actualidad para muchos estadounidenses se ha convertido en inalcanzable. Los votantes han recordado que con Trump en la Casa Blanca les iba mejor: la tasa de inflación nunca superó el 3% con Trump, mientras que con Biden llegó al 9,1%, el máximo en las últimas cuatro décadas. Los estadounidenses siempre han confiado más en Trump que en Kamala Harris durante toda esta carrera presidencial para tratar los asuntos que más les preocupan: economía, inflación, seguridad en la frontera, inmigración ilegal o crimen, independientemente de lo que piensen de la personalidad de los candidatos.
El republicano ha basado su estrategia en una campaña centrada en los estados indecisos (Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin y Míchigan). Su mensaje ha sido claro: centrado en la economía y la inflación. En Arizona, estado fronterizo, les ha hablado de la seguridad en la frontera; en Nevada, de quitar los impuestos a las propinas; en Pensilvania, del fracking, o en Míchigan de crear empleos manufactureros. Trump ha vuelto a movilizar el voto de los condados rurales y las pequeñas ciudades, como hizo en 2016 cuando ganó con la misma estrategia a Hillary Clinton.
No a la agenda ‘woke’ de Harris
Los votantes han dado portazo a Kamala Harris, que se ha centrado en los grupos woke en el pasado, que forman sólo un 8%, por encima de las políticas demócratas más tradicionales, que siempre han defendido un crecimiento económico de base amplia y las oportunidades.
Fuera de las grandes urbes y de las ciudades universitarias, los progresistas son escasos. Sus puntos de vista están lejos de ser populares entre el público en general (el derecho al aborto es la principal excepción). La derrota del wokedom también se observa en el sector privado, donde muchas empresas están abandonando las políticas que fomentan la diversidad, equidad e inclusión. Las grandes empresas, sobre todo la importante firma de inversión BlackRock, también han apartado la agenda de medio ambiente, sostenibilidad y gobernanza (ESG).
Recuperar el sueño americano
Trump ha sabido llegar a los estadounidenses, hablándoles de lo que más les importa: la economía, la inflación, la seguridad en la frontera y la inmigración ilegal. Uno de cada cuatro estadounidenses teme perder su empleo en el próximo año. Aproximadamente la mitad de los adultos estadounidenses piensa que el sueño americano, personificado en la propiedad de la vivienda, se ha vuelto inalcanzable.
Harris ha intentado llegar a los votantes con promesas de incentivos y ayudas para la vivienda y las pequeñas empresas. Algunas de ellas sólo para afroamericanos y latinos. En cambio, no ha convencido a los votantes de clase media: su historial en California demuestra que su preocupación por el clima siempre ha sido más importante que la construcción de viviendas asequibles. Como fiscal general de California utilizó las leyes medioambientales para bloquear la construcción de nuevas viviendas, contribuyendo así a hacer de California el lugar más inasequible para vivir del país, un estado donde una de cada cinco personas paga la mitad de sus ingresos en alquiler, más que en ningún otro lugar de Estados Unidos.
Apenas el 3% de los estadounidenses, según Gallup, considera el medio ambiente su principal preocupación. Apoyar medidas contra el cambio climático amenaza los medios de subsistencia de muchos estadounidenses, en particular los que forman parte de la economía del carbono, como camioneros, trabajadores de fábricas, manipuladores de petróleo y agricultores. Pocos votantes de clase trabajadora, según una encuesta realizada por YouGov el año pasado, son partidarios de la actual campaña verde para acabar con los combustibles fósiles en un futuro próximo.
Las políticas demócratas progresistas sobre las reparaciones por la esclavitud y las cuotas raciales nunca han contado con el respaldo de más del 30% de la población. El impulso a los derechos de los transexuales, como permitir la transición de los niños sin el permiso de los padres o que los varones biológicos participen en el deporte femenino, cuentan con la oposición de dos tercios de los votantes.
Los políticos woke demócratas han ignorado que el electorado estadounidense, nacido en otros países, suele ser más conservador que los votantes blancos nacidos en Estados Unidos. Los afroamericanos, latinos y jóvenes habrían respaldado a Trump en estas elecciones más que en 2020. Según una encuesta de Telemundo y NBC, Harris ha registrado mínimos históricos en apoyo del voto latino. Mientras, varios líderes árabes y musulmanes también habrían respaldado a Donald Trump.
Los demócratas tendrían ahora cuatro años por delante para reagruparse y buscar futuros candidatos que vuelvan a situar al partido más cerca de la clase media estadounidense trabajadora, durante años espina dorsal del electorado demócrata.